La epigenetica ha estudiado como todo lo vivido a nivel ambiental, queda registrado en nuestra memoria celular, que se transmite de generación en generación. La comprobación de la interacción entre los genes y el ambiente, da un respaldo científico a la transmisión transgeneracional.
La vida que tuvieron nuestros ancestros y antepasados, nos condiciona aunque no la conozcamos. Las experiencias traumáticas dejan cicatrices moleculares que se adhieren a la estructura genética, al ADN y son transmitidas a las siguientes generaciones.
Así pues, cada familia y cada persona lleva inscritos en su código genético la historia y las peripecias, las enfermedades, las tragedias y los traumas de aquellos que le han precedido. Es decir sentimos y guardamos en nosotros, todo lo vivido. Esta información no se pierde, ni se destruye, se transmite.
Desde nuestra concepción nuestro clan consciente o inconscientemente, está presente en nuestras vidas. Cuando nacemos recibimos un determinado legado transgeneracional en base a los vínculos y lealtades inconscientes que se establecen en ese momento con otros miembros del clan.
Este legado puede provocar en nosotros tener determinadas actitudes y comportamientos o nos puede llevar a realizar ciertas acciones y experimentar situaciones que quizás no comprendamos, ya que no sabemos que obedecen a algo oculto que nos condiciona.
Cada uno de los miembros del clan es parte inconsciente de los conflictos vividos y traumas no resueltos que ocurrieron en las generaciones anteriores. También desde nuestra primera infancia absorbemos las creencias, valores y prejuicios familiares, culturales, sociales, éticos que dejaron su impronta en nosotros.
Por medio de nuestra biología recibimos la información sobre los conflictos emocionales ocultos de nuestro clan y conectamos con el mundo de las emociones y nuestro inconsciente familiar.
El inconsciente lo sabe todo y busca siempre la forma de manifestarse.
Se puede expresar a través de palabras, sueños, lapsus, intuiciones, las elecciones que realizamos en nuestra vida, lenguaje no verbal, comportamientos forzados y por supuesto de la biología, en nuestro cuerpo.
Sigmund Freud dijo "el síntoma es la manifestación en el consciente de un fenómeno inconsciente".
El poder interpretar su sentido biológico, nos permite comprender "como" vivimos, sentimos y reaccionamos inconscientemente ante determinadas situaciones y acontecimientos de nuestra vida.
Algunos ejemplos de ello son:
Una infancia con carencias afectivas, maltratos o envuelta en un ambiente de familia conflictivo, deja una importante huella. Es posible que genere diversas conductas violentas, comportamientos inesperados y desproporcionados en nuestros descendientes.
Si una abuela o una madre abortó o tuvo incidencias en alguno de sus partos, es muy posible que las mujeres que le preceden de su árbol genealógico, tengan conflictos inconscientes vinculados con "ser madre" y "tener hijos", puede que también aborten o no deseen tener hijos.
Algunas emociones como la angustia, la tristeza, la rabia o incluso la depresión pueden tener un origen transgeneracional,
si alguno de los miembros del clan vivió conflictos emocionales y no logro superarlos en su momento.
En el ámbito de las parejas puede llegar un determinado momento en el que surjan conflictos de diversa índole, motivados por lealtades inconscientes de uno de los miembros de la pareja a su clan. Se repiten programas de: problemas en la relación de pareja, infidelidad, maltrato, desvalorización, abandono, etc.
Conocer toda esta información biológica de nuestros familiares nos lleva a entender como ellos interpretaron y sufrieron los acontecimientos que vivieron, cuan intensa fue la carga emocional, como se reflejaron esos conflictos en su cuerpo y salud. Y realizar un profundo y objetivo análisis de como ellos afrontaron su vida y sus consecuencias.
Una vez comprendida la historia familiar aportamos consciencia y luz en ella, integrándola desde el respeto y el amor para poder vivir en libertad.
Así de maravillosa, es la vida!!
El pasado no es un mal que combatir sino un templo que explorar, ya que solo el que sabe de dónde viene puede comprender a donde va. (Alejandro Jodorowsky).